NACIONES UNIDAS— El secretario general de la ONU Ban Ki-moon denunció el martes a los líderes que siguen “alimentando la máquina de guerra” en Siria, al tiempo que el presidente estadounidense Barack Obama dijo que no hay una solución militar a los cinco años de conflicto en esa nación y describió un mundo que se debate angustiosamente entre el autoritarismo y la democracia.
Tanto Ban como Obama dirigieron su discurso final en la reunión anual de líderes mundiales en las Naciones Unidas. Lo hicieron con un telón de fondo de un creciente derramamiento de sangre y un fallido cese del fuego en Siria, un aumento de los ataques en el mundo por parte de extremistas islámicos, y millones de personas que huyen de los combates y la pobreza.
El jefe de la ONU, cuyo período de 10 años al timón del organismo internacional termina el 31 de diciembre, descargó su frustración reprimida con una franqueza inusual, al afirmar en la apertura de la reunión ministerial anual de la Asamblea General que “patrocinadores poderosos” en ambos lados en el conflicto sirio —a quienes no identificó— “tienen sangre en sus manos”.
“En esta sala están presentes hoy representantes de gobiernos que han ignorado, facilitado, financiado, participado o incluso planeado y realizado atrocidades infligidas por todas las partes en el conflicto en Siria contra civiles sirios”, enfatizó.
Pero Ban culpó al gobierno sirio de la mayoría de las muertes. Dijo que éste continúa arrojando bombas de barril sobre vecindarios y torturando a miles de detenidos. La cancillería siria condenó el discurso de Ban y sostuvo que la ONU había fracasado en resolver cualquier conflicto durante su período al frente del organismo.
Ban habló así mientras Estados Unidos, Rusia y más de una decena de otros países intentaban reanimar una tregua de una semana de existencia, y mientras Washington y Moscú discutían sobre quién era el responsable de un ataque ocurrido el lunes sobre una caravana de ayuda en el que murieron alrededor de 20 civiles, el cual fue calificado por el jefe de la ONU como “un ataque repugnante, salvaje y al parecer deliberado”. Ban llamó “cobardes” a quienes arrojaron las bombas.