Amable Grullón
El atentado contra el comunicador y abogado santiagués Jordi Veras cumplió tres años ayer en medio de las expectativas de justicia de familiares, amigos y la sociedad de Santiago que aún esperan una acción contundente de la justicia contra la banda criminal que planificó y ejecutó el fallido intento de asesinato.
“Hemos transitado diferentes caminos en busca de que se les haga justicia a los asesinos; hasta ahora no hemos logrado ese objetivo, pero no desistiremos hasta que sean sancionados los imputados” expresa el doctor Ramón Antonio Veras, padre de Jordi en un artículo que reproducimos en este diario.
Agrega el doctor negro que veras que la realidad ha demostrado, por el comportamiento de los asesinos, que están jugando la carta de eternizar el proceso y contaminar el expediente, desprestigiar el sistema judicial, desesperar a nuestra familia y que la sociedad.
Sin embargo, Negro Veras advirtió que de la misma forma que el crimen organizado hizo acto de presencia el 2 de junio de 2010 en el seno de su familia, si no son sancionados como merecen los asesinos del caso Jordi, la sociedad dominicana se va a sentir a merced del crimen organizado.
Afirma que bajo el capricho de un desaprensivo cualquiera que esté dispuesto a pagar el precio que un sicario exija para matar a un ser humano digno y honrado, la sociedad y lis ciudadanos de este país estaría a merced del crimen.
Expresa que en la actual coyuntura de criminalidad que azota a todo el país, en la que se destaca el crimen por encargo, para que la familia dominicana recobre la paz espiritual perdida, procede una sanción ejemplarizadora a los que se asocian para matar.
Apela a lo que define como la “repulsa colectiva ha de ser la contestación permanente, de lo mejor de nuestro país, a los que mediante el crimen se han propuesto intimidar a los mejores hombres y mujeres de nuestro medio social”.
“ El fenómeno de la criminalidad requiere, dentro de las medidas para enfrentarlo, un servicio judicial firme, responsable, honesto y laborioso; que no tenga el más mínimo temor, apoyándose en la ley y el derecho, de enviar a la cárcel a todos aquellos que no ajustan su comportamiento a la vida en una sociedad civilizada