Por Balbueno Medin.
Desde que fue nombrado, por primera vez, Fiscal del Distrito Nacional, el magistrado Francisco Domínguez Brito, fue considerado como un hombre decente, preparado y sobre todo equitativo y prudente en su accionar como representante del Ministerio Publico.
Sin embargo, después que ha sido nuevamente nombrado Procurador General de la República, y máxime luego de haber sido pre-candidato presidencial en los comicios pasados, el hombre que todos reconocíamos y aplaudíamos por sus buenas acciones al frente del Ministerio Publico ha cambiado asombrosamente de manera radical.
Conocíamos al Domínguez Brito, que estaba del lado del pueblo y que no importara el tamaño del mal, siempre lo enfrentaba, tratando de imponer justicia, con el objetivo de dar buenos ejemplos a nuestra sociedad, pero como el pueblo ha visto, eso ha ido cambiando por otros propósitos.
Hay quienes dicen, que el muchacho bueno y religioso de Santiago, ha decidido poner en primer plano sus aspiraciones presidenciales de cara al 2016, contrario a las acciones que anteriormente emprendía contra quienes cometían actos reñidos con la moral y las buenas costumbres que deben prevalecer en una sociedad que como la nuestra, esos valores van en decadencia de manera acelerada.
Esas aseveraciones que cada vez cogen mas fuerzas en el seno del pueblo dominicano, han cobrado mayor intensidad con las medidas que el Procurador General de la República ha tomado de manera apresurada con los expedientes contra el Senador Félix Bautista y el ex presidente Leonel Fernández, cosas que no han sido bien vistas por un segmento importante de la sociedad.
No obstante, esa postura del representante del Ministerio Publico, se torna más interesante para las conjeturas que se hacen desde el mismo seno de nuestra sociedad, cuando concomitantemente con esas medidas, decide enviar a la Justicia al Senador Amable Aristy Castro, en momentos en que este ha declarado su intención de aspirar a la presidencia del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), lo que le agrega aun mas un matiz político a las acciones de ese funcionario.
Eso en definitiva, demuestra una actitud muy poco seria de una persona que en su momento se ganó el respeto y la admiración de un alto porcentaje de dominicanos y dominicanas que aspiramos a ver que este país se enrumbe por el camino de la institucionalidad y del decoro, sobre todo a través del estamento idóneo que lo es la justicia.
Es lamentable que entre nuestra clase política existan quienes tomen decisiones, simple y llanamente para beneficiar a sus parcelas políticas o a sus proyectos presidencialistas particulares, cuando todos estamos conscientes que eso lo único que hace es contribuir con el socavamiento de la institucionalidad del país y con la democrática por la que todos hechos luchado.
Desde luego, todos sabemos que en algunos casos, el errar es de humanos y ojalá que lo que en esta ocasión le haya pasado al magistrado Francisco Domínguez Brito, sea un yerro de los que estamos acostumbrados a cometer, de manera que todavía tiene tiempo para corregir o rectificar cualquier medida que pueda afectar la imagen pública que se ha ganado en la sociedad dominicana.
Todos sabemos, que apañar o proteger las malas acciones de un bando político al que se pertenece y condenar las de los contrarios con la celeridad que se ha hecho, no es de Justicia, porque Justicia seria sancionarlos a todos por igual, sin importar las consecuencias que eso pueda acarrear, a los responsables de tales desmanes.