Baleadas, apuñaladas, golpeadas, estranguladas, quemadas o degolladas. Un total de 275 mujeres fueron asesinadas por ser mujeres en Argentina en los últimos 12 meses, a pesar de que hace un año el país salió a la calle en una manifestación sin precedentes contra la violencia machista. Para exigir el fin de estos crímenes, miles de personas volverán este viernes a ocupar las principales plazas del país con el mismo grito: “Ni una menos”.
La marcha del 3 de junio de 2015 marcó un punto de inflexión en la concientización de la sociedad argentina contra los feminicidios, pero estos no se han detenido. El reloj marca cada día decenas de agresiones, cada 30 horas un asesinato y cada semana cuatro nuevos menores de edad que quedan huérfanos de madre en Argentina. “La violencia de género no ha disminuido, ese es el primer análisis”, dice la presidenta del Consejo Nacional de la Mujer (CNM), Fabiana Túñez.
Los datos no son oficiales. En España, con una población similar (46 millones frente a 43) murieron el año pasado 57 mujeres. En Argentina, 286. Las cifras de España proceden de la policía. En Argentina las elabora la asociación civil La Casa del Encuentro a partir de la lectura diaria de 120 periódicos y agencias de noticias. El Gobierno argentino se comprometió a realizar un Registro oficial de víctimas y actualmente trabaja en él, pero las primeras estadísticas se conocerán en 2017.
Tuñez subraya que también hay en marcha varias iniciativas para aumentar la protección a las víctimas. Por un lado, hay en construcción 25 nuevos refugios para mujeres maltratadas, que se sumarán a los 94 existentes en todo el territorio. Por otro, se amplió el seguimiento de las denuncias realizadas a la línea 144 de ayuda a las víctimas. Finalmente, se va a implementar el sistema de tobilleras electrónicas para aquellos violentos con órdenes de alejamiento. “Esto cambia el paradigma: se controla al agresor para que no pueda acercarse, no es la mujer la que tiene que asegurar su propia seguridad”, indica la presidenta de la CNM. Las medidas forman parte del diseño de un plan nacional de acción para erradicar la violencia de género que se presentará el próximo julio.
La directora de La Casa del Encuentro, Ada Beatriz Rico, cree que se han dado pasos en la dirección correcta, pero queda mucho camino por recorrer. Entre las deudas pendientes está la aprobación del proyecto de ley para la pérdida automática de la responsabilidad parental del feminicida condenado y la licencia por violencia de género. “Ahora dan licencia por cuestión psicológica o psiquiátrica y después el agresor lo usa como arma en los juicios por la tenencia de niños y niñas”, explica.
Más pesimista es el diagnóstico de Ni Una Menos, el colectivo de periodistas y escritoras que impulsó la manifestación del año pasado. “La mayoría de reclamos de hace un año siguen vigentes”, afirma la periodista Ingrid Beck. “Los femicidios son el último eslabon, el punto más trágico en una cadena de violencias, la mayoría naturalizadas”, opina. Aún así, cree que gracias a la movilización del pasado 3 de junio “hubo cambios de circulación de sentido, que no los vamos a ver ahora”. “Lo que sí vemos es, por ejemplo, que el te va a decir una grosería en la calle, ahora capaz se lo va a pensar dos veces”, añade.
Las organizadoras saben que no van a conseguir cambiar en un día, ni siquiera en un año, la cultura machista, fuertemente incrustada en la sociedad argentina. Pero tienen claro que ese es el origen del problema y el cambio cultural, la meta. A raíz de la marcha Ni Una Menos, el repudio a la violencia de género se coló no solo en la agenda política, sino también en los medios de comunicación, en las conversaciones familiares y en las escuelas. En unas horas, volverá a tomar las calles bajo la consigna “Vivas nos queremos”.