La dominicana Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño español Gabriel Cruz, ratificó hoy ante el juez que instruye su causa que golpeó al menor con la parte roma de un hacha y que luego lo asfixió.
Así lo trasladó en declaraciones a Efe su abogado Esteban Hernández Thiel, quien insistió en que su cliente tiene una “actitud muy colaboradora” y que en “esencia ha dicho lo mismo que ante la Guardia Civil” durante la declaración de hora y media efectuada hoy en un juzgado de Almería (sureste de España).
Tras escuchar la declaración, el magistrado del juzgado de Instrucción número 5 de Almería decidió prorrogar hasta mañana su detención para realizar nuevas pruebas, informaron a Efe fuentes judiciales.
Las fuerzas de seguridad detuvieron a Quezada en la localidad almeriense de Vícar (sur) el domingo, y encontraron el cadáver del niño en el maletero del vehículo que conducía.
La mujer, de 44 años, aseguró que lo mató después de que él la agrediera durante una discusión por un hacha el mismo día de la desaparición, en el pueblo Las Hortichuelas de Níjar, también en el sur del país.
Según su versión, ella golpeó al niño con la parte roma del hacha -encontrada por las fuerzas de seguridad- y luego lo asfixió.
Posteriormente escondió el cadáver del menor en un pozo de una finca del padre del niño, hasta que ella lo sacó y lo trasladó a Vícar.
Quezada, pareja sentimental del padre de Gabriel, se había implicado en la búsqueda y en los actos de apoyo a los padres del muchacho, Ángel Cruz y Patricia Ramírez, cada vez más angustiados.
Incluso hizo declaraciones a los medios entre sollozos temiendo por la vida del pequeño, cuando, según su propia confesión, ya lo había matado.
Sin embargo, era investigada desde que el 3 de marzo avisara a los agentes de haber descubierto, supuestamente, una camiseta blanca con restos del ADN de Gabriel en una zona que ya había sido rastreada.
Desde un primer momento, decenas de personas (a veces más de 200) entre profesionales y voluntarios buscaron a Gabriel intensamente en un radio de hasta doce kilómetros desde el lugar de la desaparición.
Según la hipótesis de la investigación, Quezada pudo actuar movida por los celos hacia el niño, después de que el padre rechazara irse con ella a República Dominicana, y dejar al niño en España.
Quezada llegó en 1995 a Burgos (norte de España) procedente de su país, y se instaló en esa ciudad junto a una hija.
Posteriormente se casó con un español y tuvo otra niña. La mayor de ellas falleció en 1996 al caer desde una ventana de la vivienda de Burgos a un patio interior, un caso que se cerró como una muerte accidental, y que ahora se ha reabierto.