La sequía producida por la variación del clima ha afectado a la agricultura y la ganadería. La escasez de lluvia no permite el abastecimiento adecuado de agua para plantas cultivadas o para el ganado en varias zonas del país, entre ellas la zona del noroeste, explica el agricultor Crispín Bonifacio.
Para crecer, las plantas necesitan agua. “En el tiempo de sequía, estas se debilitan, sus hojas se caen y su tallo se cansa, se crean daños irreparables, porque crecen menos y producen menos frutos”, explica Bonifacio.
El cambio climático ha sido el mayor causante del descontrol en las estaciones del año. “La primavera, que empieza el 21 de marzo y se extiende hasta junio, han sido tres meses en los que hemos visto que, por efectos de la sequía, frutos, como el mango, han crecido de manera desproporcional”.
El agricultor asegura que otro problema en la zona fronteriza de Dajabón fue el reciente incendio producido en el Cerro Chacuey y otras zonas montañosas como Restauración. “Se han destruido años de reforestación y la situación puede ser peor, porque en este sistema montañoso nacen algunos ríos, como el río Chacuey, que nace en cerro del mismo nombre, y que abastece comunidades de Dajabón”.
Además, por las altas temperaturas que provocó el incendio forestal en el Cerro Chacuey se produjo una pérdida de miles de ejemplares de pino; también produjo que los mangos, fruto principal de la comunidad, maduraran a destiempo, explica Crispín.
Calidad de los frutos
De igual manera, José B. Ramos, agricultor, califica este evento como negativo, ya que la calidad del producto disminuye. “Lo correcto es que los mangos se maduren de manera alternada que es más fácil para la venta y no hay pérdidas”, dice.
Los efectos del cambio climático han hecho que la naturaleza se disloque. Por eso, según José B. Ramos, en una misma cosecha de mangos hay tanto nuevos como maduros y flores, que antes no se observaba.
En ese sentido, Crispín Bonifacio explica que el desequilibrio ha afectado mucho a especies vegetales como aguacates, mangos y naranjas, que no resisten bien la sequía, lo que provoca que el proceso de la savia que circula a través de tallos y hojas no tiene suficiente humedad para abastecer el fruto.
La ganadería también se ha visto muy afectada en la zona noroeste, porque los animales no tienen de dónde alimentarse. “No hay pasto, por lo que se ponen delgados, no producen leche y pueden morir”, refiere con preocupación Ramos. Crispín concuerda y añade que si no hubiera sido por la intervención a tiempo de los ganaderos, la pérdida sería peor.
Un tiempo prolongado sin llover causa pérdidas en los productos agrícolas y ganaderos. En República Dominicana cuando pasan entre 15 a 20 días sin precipitaciones, ya se puede hablar de sequía y, aunque para la población general este fenómeno pasa desapercibido, sus consecuencias en las cosechas y los animales son muy difíciles de afrontar para agricultores y ganaderos.
“Llovió en febrero, un mes en que no llueve, pero nada en marzo ni abril, cuando siempre hay lluvia”, comenta Bonifacio.