En Casino Royale, la película de 2006 de la saga de James Bond, los técnicos al servicio de Su Majestad le inyectan un microchip subcutáneo de localización a Daniel Craig, empleando una especie de pistola futurista. Eso pareció inspirar a los técnicos del MIT.
El pasado mes de mayo, un equipo de ingenieros del MIT presentó el prototipo de un dispositivo capaz de inyectar sustancias al cuerpo, a casi la velocidad del sonido, sin necesidad de usar agujas. Cuando digo sustancias me refiero obviamente a fármacos.
El aparato es capaz de semejante logro gracias al uso de un pequeño y potente imán, rodeado de una bobina de conductor (solenoide) que a su vez se conecta al pistón de la ampolla que contiene el fármaco.
Aplicando corriente, esta interactúa con un campo magnético que empuja hacia adelante el pistón a una gran velocidad, expulsando a gran presión las drogas de la ampolla bajo la piel del paciente (lo que se conoce como actuador de fuerza de Lorentz).
Ahora viene lo mejor: no duele. La culpa es del “pitorro” del aparato, que es extremadamente estrecho (tanto como la probóscide de un mosquito). De hecho, según los técnicos del MIT, en teoría es casi indetectable. ¡Se acabó el tembleque de los niños cada vez que toca vacunarse!
¿Cómo se controla la velocidad a la que se suministra el fármaco? Bien, eso depende de la corriente aplicada, ya que la cantidad de corriente que pasa a través del solenoide controla la fuerza del electroimán, y por tanto la velicidad del pistón. A máxima potencia el dispositivo puede eyectar partículas a velocidades próximas a la velocidad del sonido en el aire (300 metros por segundo).
¿Qué aplicaciones podría tener este dispositivo?
Piensa en el número de veces que un diabético debe pincharse al día, o en la cantidad de accidentes que provocan las agujas en las clínicas, especialmente pinchazos por error que afectan al personal médico (según cuantificaciones del MIT, solo en los Estados Unidos ocurren unos 385.000 de estos incidentes cada año).
Otra de las grandes ventajas es que el dispositivo, puede así mismo inyectar fármacos provistos en estado sólido, ya que esta tecnología es capaz de “licuar” los principios activos pulverizados gracias un dispositivo vibrador. En el Tercer Mundo, allá donde es imposible hacer llegar los fármacos refrigerados en estado líquido, esta tecnología podría suponer toda una revolución.
Además, se puede controlar perfectamente la profundidad y presión a la que se suministra el fármaco, de modo que las dosificaciones sean regulares (la misma cantidad, y en el mismo sitio de cada vez).
En fin, solo espero que llegue muy pronto a las clínicas dentales. Personalmente odio cuando llega el momento de anestesiarme la encía.