SANTIAGO.-El deterioro y ocupación de sus calles, arrabalización de su entorno con la expansión de puestos de ventas y la decadencia de los almacenes de provisiones convertidos desplazados hoy por grandes supermercados, agotaron la vida útil del mercado del Hospedaje Yaque, el que por décadas, fuera la más importante y concurrida arteria comercial de Santiago.
Desde sus inicios este lugar, ubicado en la parte baja de la ciudad, no sólo fue el escenario donde cada día se reunían vendedores y compradores de los principales rubros agrícolas, traídos de las diferentes provincias de la región, sino que en sus alrededores operaban los denominados almacenes de provisiones, dedicado a la venta de artículos y productos.
En la medida en que la ciudad fue creciendo de igual manera se incrementó la cantidad de vendedores, desbordando la cuadra que en principio ocupaba el mercado, se fue ampliando con la improvisación de puestos de venta de productos en sus calles alternas, ocupando gran parte de ellas y limitando el desplazamiento de los vehículos.
Con el paso del tiempo esa expansión irregular y desorganizada de los vendedores, se les fue de las manos a las autoridades municipales, provocando un aumento de la acumulación de desperdicios, el deterioro de sus calles, convirtiéndolo el lugar, en un foco de contaminación, obligando a vendedores y compradores a solicitar que el mercado sea declarado en estado de emergencia.
El modelo de comercializar los productos en el suelo, expuesto a todo tipo de contaminación, fue alejando a muchos compradores que entendieron que con la compra de estos rubros se exponían al contagio de enfermedades.
En las afueras del mercado, específicamente en la avenida Fernando Valerio y la Calle del Sol, operaban grandes establecimientos comerciales regenteado por los empresarios Manuel Arsenio Ureña, que combinaba la venta de provisiones con neumáticos, lubricantes y otros accesorios.
En varias cuadras de la calle del Sol, estaban los comerciantes de apellido Olivares, que se puede decir fueron los primeros que dentro de la misma plaza comercial, transformaron lo denominados almacenes de provisiones en supermercados, donde ofertaban mayor variedad.
Sin embargo en el caso de Manuel Arsenio Ureña, con su crecimiento vertiginoso de su negocio y como hombre visionario entendió que ya esta plaza comenzaba a agotarse y procedió a trasladarse a la avenida Bartolomé Colón, donde dejando las provisiones se expandió en la comercialización de lubricantes, neumáticos y otros artículos.
En el caso de los establecimientos comerciales Olivares familia que operaba varios negocios, de venta de provisiones, parte de ellos decidieron trasladarse con sus establecimientos a otros puntos de la ciudad y otros salieron de ese tipo de actividad.
Para final de la década de 1990 e inicio del año 2000, comienzan a llegar a Santiago los grandes supermercados, siendo el Pola, del Grupo Ramos, el primero en instalarse, ene esta ciudad, la variedad, calidad y condiciones de las mercancías que venden al público, comenzaron la movilidad de compradores hacia esos centros comerciales.
Esta situación y la continuación del deterioro y abandono del que fuera por muchos años la principal arteria comercial de Santiago, fue extinguiendo esa importante arteria comercial y convirtiéndola en lo que es hoy, un lugar desolado, donde el número de compradores se ha reducido a su mínima expresión en comparación con décadas atrás.
Además de este mercado Santiago cuenta con otros centros de comercialización de productos, que son los mercados Central, localizado en Pueblo Nuevo, La Placita, ubicado en Los Ciruelitos y un pequeño mercado en Pekín, hoy en reconstrucción, pero ninguno alcanzaron la dimensión del Hospedaje Yaque.