La relación del hombre con el medio natural, produce una interacción realmente contradictoria. Al hombre formar, directamente, parte de la naturaleza y de su ecosistema, es sorprendente que en su accionar unas veces actúa en su defensa y promueve la restauración de espacios degradados; mientras que por otro lado, se convierte en una entidad calificada, inevitablemente, como destructora de su propio lecho, de la madre naturaleza.
De manera, que es el mismo hombre quien destruye su propia existencia, ecológicamente, hablando cuando sus conocimientos, su creatividad, su inteligencia y su alcance, lo llevan a actuar de manera inconsciente sobre el medio ambiente que lo envuelve, llevando, este accionar, a la destrucción máxima de las especies, justificándolo bajo la argumentación de estar produciendo para su alimentación y sustento, como pretendiendo con esto validar su comportamiento.
Partiendo de esta base, vemos como el hombre desarrolla un proceso expansivo de su entorno, convirtiéndose en la única especie en ocupar la mayor cantidad de espacio geográfico y, por otra parte, ser el primate que soporta mayor densidad local.
Los conocimientos que el hombre posee, sobre los recursos naturales y su importancia vital; le obligan a cambiar o variar su manera de actuar, para que los aplique con inteligencia y sapiencia. Pareciera no darse cuenta de que, los recursos y las especies, se van agotando, por su uso y explotación. Algo que se evidencia cuando, en su proceso y desarrollo, los recursos comienzan a mostrarse insuficientes, aún para el simple sostenimiento biológico del conjunto de seres, para los que la dinámica actual de desarrollo productivo preconiza su agotamiento vertiginoso.
El enfrentamiento del hombre con factores carenciales, tan importantes y necesarios para la existencia humana, como son: la tierra, el agua, el aire y los alimentos, es una realidad.
Hoy día, en lo referente a la naturaleza, el hombre se conduce de manera dual. Como decíamos, anteriormente, éste posee el conocimiento y la sabiduría para alcanzar más allá del umbral de la simple existencia biológica, y procurarse una esmerada calidad de la vida; lo cual es indicativo de una existencia, realmente, humana y no, meramente, biológica; que ha logrado la superación en grandes áreas. Y es así, como vemos, por un lado, muchos hombres que no han alcanzado estas virtudes de superación y se han quedado rezagados, no sólo en el conocimiento necesario para la valoración y aquilataje de su espacio natural; sino que, también, se han quedado muy atrás, viviendo en la ignorancia, en la ceguera del intento y del no proceder como un ser humano de conciencia, lo que le proporciona la importancia y el valor que les corresponde a la vida y a una existencia humana, sostenida por todos los recursos de la naturaleza.
Mientras que por el otro, vemos un hombre que vive su historia a la par con el medio ambiente al que pertenece; luchando por su sostenibilidad, con la plena conciencia de la importancia del ecosistema, para garantizar la supervivencia de las especies de forma integral, vital y humana.
Este tipo de hombre, dotado con los conocimientos sobre el tema que nos ocupa, ha influenciado sobre manera en los factores que inciden en este planteamiento acerca de la reforestación, ya que entiende que se deben considerar, como punto de partida, una serie de condiciones que son, normalmente, inamovibles como lo sería el clima de la estación; aunque, en algunos casos, podrían producirse variaciones transitorias, que originen modificaciones mínimas como las conocidas como Topo Climáticas y Mino Climáticas. En cuanto al suelo, dependiendo de la estación, este puede presentar algunas modificaciones en su composición química; pero la base mineral del suelo es normalmente inmodificable. Otros aspectos que deben tenerse en consideración son los jurídicos, económicos, sociales y culturales que condicionan, en especial, las relaciones de propiedad, las necesidades económicas, la ganadería, los cultivos; así como la explotación de otros recursos, centros de consumo, la industria y la falta de vías de infraestructura comunicacional, técnica, especial; los usos y costumbres tradicionales; los factores sociológicos y culturales que limitan determinadas actividades de armonización para la restauración, y una serie de criterios como la defensa del suelo, el control de la erosión y la defensa de obras de infraestructura, la producción de ciertas materias primas forestales en especial los bosques y la madera; los criterios biológicos, como son la propia mejora del medio ambiente y el control del equilibrio biológico; también, los criterios sociales como el seguimiento de los trabajadores campesinos y los criterios políticos que establecen la jerarquía en las prioridades, a la hora de enmarcar y establecer acciones armónicas.